lunes, 1 de julio de 2013

El que observa a tus espaldas

"El que observa a tus espaldas"


    Estaba escribiendo aquella noche, recuerdo como si fuera ayer, recuerdo tan vívidamente el sonido del viento al golpear el helado vidrio de las ventanas, llovía a cántaros, el viento silbaba como cuchillas danzantes mientras que los truenos retumbaban al son de tambores de ultratumba, y que todos aquellos sonidos estaban mezclados con los ruidos arcanos de ese siniestro, oscuro, y arcano bosque, aunque me hallaba seguro en el interior de la casa, con madera robusta, de dos pisos, un sótano y un ático, aún así, no podía librarme de aquellos por pequeños y diminutos, ruidos, algunas veces me desconcentraban de mi labor de escritor.
                                                                                                            


     Como noches así no podía evitar escribir, como un sustento o aún peor, un vicio, que no podría dormir tranquilo si no lo hacía, era eso o leer una historia del mismo género que me cautivaba, el terror, nada más que con aquello, mi sueño estaría recubierto con una paz y silencio sepulcral. Hasta, que en una noche como esa, un recuerdo que jamás podré olvidar, una memoria que tal vez nunca desearé haberla dejado como memorable en alguna recóndita parte de mi autobiografía.
     

     Recuerdo muy bien como todo pasó, la noche estaba en calma, aunque se escuchasen los ruidos de las gotas de agua caer en mi techo, junto con los silbidos de la ventisca al lado de los arcanos ruidos de un siniestro bosque alejado del pueblo, en esa misma tarde, preparándome para mi sesión de escritura nocturna, decidí, en vez de usar la computadora, o mi laptop, pasé un momento al lado de un gabinete donde guardaba yo mis cosas viejas, y fue ahí cuando tuve la idea de usar una máquina de escribir que compré a mitad de mi vida como un trofeo por que me contratasen por un par de libros publicados en una editorial, así que, veía unos cuantos cartuchos de tinta, además que la máquina estaba en perfecto estado, entonces fui a la segunda planta a sentarme en mi escritorio y ponerme a trabajar en una nueva historia de miedo.
    
     
    Ya por el anochecer, en un crepúsculo con el cielo colorado de violeta oscuro, dispuesto en mi escritorio con una botella de vino a mi lado si me daba algún antojo, aparte tenía un reproductor con una pieza corriendo, no recuerdo muy bien si se trataba de alguna pieza del maestro Beethoven o Bach, pero recuerdo bien que con los sonidos del agua turbulenta en lluvia, mi corazón se alteraba y hasta incluso llegaban a coincidir las teclas de la máquina con los latidos de mi músculo bombea sangre, algo que si puedo recordar es que la historia me apasionaba tanto que aunque supiese lo iba a suceder después aún así me alteraba, era realmente susceptible. A esta actividad me dedicaba como un hobby, aunque viviese siendo arquitecto, esta actividad simple, “hobby”, a diferencia de leer, mi otra actividad favorita, ésta en especial me generaba dinero, o al menos cuando mandaba mis historias a mucha cantidad de periódicos, que generalmente estaba acostumbrado a que me las rechazasen, otros muy pocos me aceptaban la historia, era más o menos el mismo caso con las editoriales, claro un poco más rígido pero el mismo concepto.
     
    Al ser ya las seis y media, empezó a llover, con una fuerte brisa, a cántaros, al menos estaba bajo un techo y con las ventanas cerradas, una chimenea bien encendida, era necesaria porque había un frío insoportable allá afuera y cada vez se volvía más y más siniestro el ambiente, cada palabra y cada letra sentía que era impresa con miedo y temor desde lo más profundo de mi ser, como lo inverosímil que se sentía cada gota sobre el borde de la ventana, armado aquel ruido con el frío helado que congelaba mis huesos algunas veces y no seguiría narrando esta historia si fuese por mi abrigo y la ardiente chimenea que me calentaba abrazándome entre un par de brazos de cómodo calor.
      

      Ya habían llegado las siete y cuarto, vivía solo, y eso a veces perturbaba y hacía pavoroso el lugar cuando llegaban unas de estas noches, tan siniestras que helaría el alma a cualquiera, ya iba por la sexta página, no había parado de escribir hasta que escuche el retumbante y resonante alarido profundo de un trueno que paralizó por un momento mi alma creativa que se estaba desahogando en ese instante, todo mi cuerpo yacía helado y crispado por ese fuerte sonido que cubrió la habitación, al instante me recuperé y continué escribiendo, la lluvia continuaba, incesante, destructiva y sentía que volvía escombros, pedazo a pedazo mi cordura, hasta volverla añicos, pero, de la mejor manera, ésta sensación pude calmarla rápidamente con una servida de recarga a mi copa de vino de la misma bebida, lo sentí como un elixir salvador en las entrañas de mi garganta y que de la forma más ágil calmó aquella situación.
     
     El tiempo avanzó como un fugaz rayo y ya eran las siete y cuarenta, mi corazón palpitaba al mismo ritmo de mis teclas, pero en este momento ocurrió algo distinto, sentí que algo se había caído, como si un adorno se había desbalanceado, dejé de escribir, me levanté con un poco de cuidado, agarré la lámpara, tenía un estilo del siglo diecinueve porque tenía una manecilla con que se podía sostener, aunque fuese eléctrica, tenía un pequeño compartimiento para aceite en caso tal de no tener baterías, caminé hacia el pasillo desalumbrado, observé por un corto momento una ventana que estaba por el corredor, lo hice porque al haber un destello de rayo observé una figura algo distorsionada, pero al acercarme solo conseguí ver las gotas de agua caer lentamente sobre la ventana y el resto de la lluvia con un distante rayo en la lejanía del bosque oscuro, en esa tenebrosa y sombría noche, continué caminando lentamente con la mano que sostenía la lámpara un poco más arriba que mi hombro para alumbrar más profundamente el oscuro pasillo, cada paso que daba sentía el crujir de la madera, casi sentía que me iba a caer en un foso repleto de cucarachas, seguí caminando, pero a partir de cierto punto aceleré el paso, cuando logré ver la escalera, bajé el primer escalón , pero de un momento a otro resonó en todo el bosque y en mi propiedad también, un abismal trueno de proporciones mayores al que sonó hace un largo rato en la otra habitación, sentía el frío, el frío, es lo que más me afectaba en ese momento, paralizado en el escalón, decidí de una vez, que bajaría el resto de los escalones, bajé, pero recuerdo que a un poco más de la mitad, vino el destello de una centella que iluminó momentáneamente el umbral nocturno, eso me paralizó casi por completo, al ver una repulsiva pero tan tenebrosa imagen como la misma noche, pero, solo al tomar control del lugar mi lámpara, alumbrando la zona, al darme cuenta de que todo andaba en perfecto orden, escuche un ruido, algo así como un piqueteo, de pronto escuche como si algo aplastase a ese algo, como el sonido de carne jugosa siendo masticada, quise voltearme lentamente, realmente lento, solo para no sorprenderme lo que vería a continuación.
      

      Mis ojos se abrieron como un par de platos redondos y enormes al ver aquella imagen repulsiva que no podría jamás llegar a aguantar por un minuto, ese repugnante, asqueroso y grotesco acto de parafernalia de viseras y sesos en la charca goteante con pesadas gotas de un desvirgue sanguíneo imbuido en la más sanguinaria cascada torrencial de la panacea corporal, que conocí mucho más profundamente aquella noche como la auténtica sangre animal, solo me anquilosé con el hecho de mirar perdidamente la escena más repugnante, grotesca y ávidamente desgraciada de toda mi vida o al menos eso pensaba yo en ese momento, lo que observé hasta que decliné, fue algo más que un cuerpo retorcido, porque se movía, estaba colgado con una estaca pequeña por el cuello un ave, más acertadamente un cuervo, negro como el azabache y con ojos brillantes, se hallaba desplumado y carcomido casi por un mordisco su pecho, alargándosele los órganos hasta que la parte inferior de su cuerpo con sus diminutas patitas aplastadas de par en par con manchas de sangre a sus derredores, se notaba que había sido arrancada la piel de su estómago de una zarpada, pero lo más horrido y visualmente mórbido, fue que la cabeza del ave trataba de mascullar la estaca en un inútil intento de escapar, su corazón latía, latía con tal intensidad que mi propia capacidad de cordura se fue desvaneciendo poco a poco, como la arena al recibir el soplo del viento.
      
     
        El charco de sangre que logré observar borboteaba y las gotas caían por los peldaños de la escalera, era tal la escena que no pude contener al no ser específicamente el cuervo despellejado.
       

       Me espetó el alma nada más y nada menos que unas simples palabras, pero que al ver en el contexto en que se desarrollaban, no eran en nada, absolutamente en nada simples, mi corazón latía, latía tan fuerte que no podía soportarlo y hasta me dolía escuchar los sollozos, el clamor en las entrañas de mi cuerpo, que en ese instante era solo un maniquí suave y frágil, con viseras y entrañas que palpitaban en unísono junto a la más amarga y desagradable sinfonía en mi entorno, aquel desdeñado lugar en el que padecía la desgracia misma, solo al ver, escrita en el éter sanguíneo del cuervo-“Él está contigo, el es el que observa”-, y así en el obseso de horror súbito, derramándose como gotas la sangre en pequeñas cascadas infernales a la rebosante charca fluctuante de la atosigada ave.
      

       
       Solo pude, acometer una cosa al momento y fue que sabía que debía llamar a la policía, en cuanto lo pensé doble rápidamente mi mirada hacia atrás, el corazón me latía con más fuerza y con más fuerza, mientras las gotas de agua caían, a cántaros, sobre el viejo techo de madera antigua, resbalé un poco con mis pies, pero corregí el paso a trompicones dirigiéndome solo y únicamente a llamar a la policía, caminé por el salón de estar tropezándome entre objetos y tumbando otros, me acerqué finalmente al teléfono, casi se me resbala de las manos, tambaleándome del miedo oscuro y siniestro que me agobiaba, llamé a toda prisa al 911, enseguida sonó la reconocida contestadora, solo respondí a las cuestiones de lo que tenía que ver con el recurso policíaco, el cual, era el único que me interesaba, casi llegando al umbral del miedo, a punto de que me consumiesen las lágrimas de desesperación en el terror más profundo, me recostaba en la pared próxima al teléfono en un sentimiento de rendición total, atendieron mi llamada, como un soplo de alegría resonó hasta en lo más profundo de mi alma en un desdén de esperanza, solo faltaba una estratagema para que todos los cimientos de mi palacio de júbilo se desplomaran en un alud que sería el derrumbe de mi perdición, respondía a las preguntas necesarias, casi tartamudeé en contestar a las direcciones-“Si,ss si, el do doscci ci cientos venti uu nno, de Hagrow sstre street”-, pude corroborar entre hiperventiladas, conjeturando que mínimo por dónde vivía, tardaría unos veinte minutos en llagar y al menos salvarme de lo que sería lo más enfermo y hórrido que muy pronto mis oídos podrían tener la desgraciada tarea de percibir.
        

   
       Un hombre con un tono grave de voz, ya calculaba que este hombre era ya un tanto viejo, por su tono, notaba que lo era, no menos de cincuenta y seis años pensé que tendría, pero eso no le quitaba la valentía para ser vigilante de la ley, que por supuesto éste me habría de ayudar, pero, esta felicidad duró poco, ya que oí, que parecía que la línea estuviese cambiando alterada-mente, después de oír que triangularían mi llamada para saber lo que estaba sucediendo y aparte de saber donde vivo, saber con un grupo de especialistas a lo que me estaba enfrentando y lo que ellos también se enfrentarían dentro de poco, ya sentía que la línea s desvanecía, así que solo iba colocar el teléfono en su lugar pero algo me cautivó, de terrible forma, no pude tener la valentía de simplemente colgar el teléfono, y no haber escuchado ese horroroso mensaje de un desconocido, como un acto de secuestro o de extorsión por medio del teléfono, pero esto tenía algo distinto, algo que lo caracterizaba en el más ruín, desgarrador e insidioso de los actos más crueles del hombre, solo al intentar colgar el teléfono, escuche un gemido, una clase de ruido que no proviene de un ser humano, aquel ruido me distrajo y pronto regresé mi brazo a mi oído, lo que percibí fue uno de los más malignos de los presagios que fui capaz de escuchar,-“Él te sigue, Él es el observador, Él es quién te observa, Él, es quién te causa las pesadillas más mórbidas, horribles, destripantes, Él es el que carga y causa el sufrimiento a la humanidad, y tú eres el siguiente en recibir el corte eterno de su…”-todo esto lo dijo una voz enferma, escuálida y quebradiza mientras se desvanecía junto con la estática de un muy parecido cambio de línea como había sucedido hace poco al teléfono.
      


        Mi conciencia se iba como un barco de papel en las olas de un bravío mar, pero mi mente consciente fue recuperada gracias a la voz de un policía, irrumpiendo en un letargo desdeñoso e infructuoso que si solo pensase en el me llevaría sin oportunidad de regreso a la locura absoluta en el más cruento momento de mi vida, el anuncio del policía me hizo helar la sangre como ninguna otra cosa lo habría hecho hasta en mis propias pesadillas más monumentales y como el traspaso de un rayo a las nubes, el mensaje hizo un descalabro mental, una parafernalia de desvalio en un derrumbe, una avalancha de penumbra y oscuridad de locura infructuosas, la ruina y la impotencia me hicieron dejar caer el teléfono sin prominencia alguna, mis miedos perdidos más profundos agitaron como las velas de un barco, me agitó el alma hasta casi dejarme caer, esa noticia desató a los caballos y perros rabioso de mi Armagedón en mi propio infierno interior hasta la parte más recóndita de mi mente, todo y cuanta presencia de mi conciencia estuviera, me hallaba deshecho, ya nada me podría aliviar, en ese álgido momento, del teléfono colgado como un cuerpo ahorcado empezó a cambiar la línea entre un montón de estática, y empecé a escuchar del pequeño parlante, la misma voz pero en este instante un tono más oscura, más siniestra, más aterradora que la otra oportunidad, lo que llegué a oír fue una serie de carcajadas malignas y petulantes en el estirpe más repugnante, repulsivo, grotesco, asqueroso, depravado y atroz que me pudiese recrear en las pesadillas más nauseabundas que hasta limiten con cosas tan enfermas como la mismísima coprofagia, el único y deseado impulso que logre escapar fue recoger el teléfono y regresarlo a su lugar de origen, con solo conformarme entre la noche de penumbras y oscuridad, tan diminuta la luz de la lamparilla que traía conmigo, solo bastaba para estar tranquilo en lo que era esa ennegrecida y perturbadora noche en aquellas desastrosas inmediaciones de bosque en las que vivía, la noticia que me perturbó hasta lo más intrincado en mi alma fue:-“Señor, salga inmediatamente de su hogar, porque rastreamos una línea que se quería filtrar a la nuestra y detectamos que la proveniencia de esa otra llamada es originada en el interior de su casa, por favor ¡salga de inmediato!, no pierda más tiempo, ¿señor?, ¿señor?-”.



       Mi cuerpo estaba más frio que el hielo mismo, mientras la lámpara la agarraba con temblado espíritu, y me levantaba para correr hacia la puerta, comencé a escuchar ruidos demasiado extraños para ser reales, madera crujir y los rayos entonados con naturaleza salvaje, unos pasos sentía que se aproximaban, pero al voltear, no veía nada, aunque me helaba de miedo percibir los pasos más me aterrorizó lo que llegue a ver a mis espaldas, el ave descuartizada y con sus rayos de sangre dibujados en la pared habían desaparecido, solo en la centella micro-durable en un destello incauto reflejándose en la pared, pude ver por un momento la misma imagen del ave, aunque solo haya durado unos pocos milisegundos, me pasé la mano por los ojos para asegurar que todo había sido producto de mi imaginación, al abrirlos nada estaba ahí, solo un fugaz momento, la nada era lo único que se hallaba en esa pared, pero ya era hora de que me fuera con necesidades de protección, corrí lo más rápido que pude hacia el perchero, agarré mi abrigo y abrí la puerta, en lo que abrí un enorme destello sofocó mi visión en la peor forma, solo la cerré de golpe y caminé entre la lluvia, mis pisadas cortas y entre cortadas se volvieron una caminata, de ella un trote del trote salí corriendo entre ese denso y oscuro bosque, de vez en cuando observaba un ávido destello de luz que circundaba unos 20 metros a la redonda, pero no por eso me detenía, seguía corriendo y con una presión que no me dejaba de acechar por el solo pensamiento de que algo, una bestia, un ser maligno me perseguía, oía su respiración exhalando aire que se condensaba como el humo pero lo que caracterizaba a este, fue que sentía la respiración en los finos bellos de mi cuello, al son de ese incesante e histérico perseguir escuchaba mis pies crujir las hojas secas junto con los otros pasos a mis espaldas.
         


        Ya casi llegando al otro extremo del bosque y encontrar ayuda, aumente notablemente los pasos acelerados como los latidos de mi corazón, pero en un momento dado cuando sentía que me había alejado de esa bestia lo bastante para darme ánimos en seguir corriendo, tropecé con una piedra que yacía en cierto espacio en el suelo cubierto de hojarascas secas, mi pecho cayó como una tabla al suelo, sentía que mi boca mordía la tierra y un par de raspones habían surgido por la caída, eso y la torrencial lluvia que se abalanzaba sobre mi cuerpo desvalido, aunque hice un esfuerzo para levantarme de la sucia tierra, logré levantarme, pero en el último instante en que pude salir de ese posible lecho de muerte, algo, como una garra, mano o zarpa había presionado y agarrado mi pierna de tal forma que no podía levantarme y huir de ese maldito lugar, la desesperación era imponente traté de ver hacia atrás, para observar la cosa más horrible que haya tenido el mórbido y oscuro placer de mirar en mi vida, la lluvia de proporciones bíblicas no me dejaba ver bien que era esa cosa, pero al soltarme, solo corrí y corrí, ya casi no tenía aliento para continuar y al ver la casa de una vecina solo la llamé a la puerta y al mirarla ella, anciana, soltó un grito ahogado, solo me dejé desmallar.
      


       Desperté, creí que todo había sido una pesadilla, me levanté de lo que parecía un sofá confidente y fiable, me senté y con una débil mirada borrosa que se fue recuperando poco a poco, llegué a distinguir la silueta de esa vecina, la estaba viendo traer de lo que parecía ser la cocina una bandeja con un juego de té, al sentarse en el sofá para uno que se hallaba al diagonal mío me ofreció una taza de té, ella era la señora Thorstan, una amable señora que aparentemente disfrutaba de mi compañía, una mujer muy jovial para la edad que tenía, me dijo:-hijo, cuanto dormiste, recuerdo cuando llegaste en la noche ayer con la mirada perdida y te desmallaste en todo el porche de la casa, anda prueba tu té-, invitándome a beber un poco del té que ella había preparado y yo contestándole con una correspondiente sonrisa bebí un poco, ella al beber, empezó normalmente a tragar, pero noté algo fuera de lo común, el té se le estaba cayendo por los costados de la taza y al poner la misma vacía sobre el pequeño plato me dijo con voz un tono más grave.-oye, hay que tomárselo cuando sigue caliente-, sonrió de una forma muy extraña y me miro con sus ojos con la cabeza orientada hacia arriba como si necesitase estirarse, yo por mi parte al beber otro sorbo note que éste olía de una forma demasiado rara, en eso bajé la mirada y noté que lo que había comenzado como té se había vuelto del mismo tono y color de la sangre animal de ave que se desparramó en mi pared, enseguida solté la taza y la señora al ver romperse en pedazos la pieza de porcelana, me dijo que no me preocupe y se agachó a recoger los trozos esparcidos en la pequeña alfombra, en ese momento noté que algo no era normal en su mirada y me dijo.-¿por qué no nos vamos a tomar el té afuera, te vendría bien algo de aire fresco-, me dirigió con mi taza afuera, y ya en el porche, nos sentamos en un par de sillas que estaba en ese pequeño trecho de madera que tenía forma de rectángulo, nos sentamos y empecé a notar que la conversación tomó un giro siniestro, los temas eran muy oscuros y sombríos, hasta que en un momento decidí despedirme pero al instante, la anciana me dijo que no me iría sin pasar por los dientes de la boca del infierno, se levantó y al decirlo, tomo un tono sobrenatural, ella cayó al suelo y empezó a retorcerse como una rata o una cucaracha agonizante, luego se le abrieron heridas en la piel y casi en un acto de posesión se levantó de nuevo pero con una larga túnica que se había formado en su cuerpo como fuego de abajo hacia arriba y cubriendo su cuerpo, mientras, yo intenté escapar y ya en plena calle, ese ser repulsivo empezó a dar pasos lentos pero que retumbaban en mi cerebro como golpes a una campana, en ese momento los árboles empezaron a marchitarse y después a quemarse en todos los alrededores, el suelo se volvía grava caliente y mientras se acercaba más y más el cielo se tornaba de un color rojizo escarlata y sentía casi que mi piel se desprendía y se llegaban a ver las fibras musculares, con gritos de dolor y agonía caí al suelo, comencé a retorcerme como la señora, ya no tenía ropa, se había quemado en un instante y me hallaba desnudo sintiendo un dolor abrasivo y agudo en mis músculos, se oían sollozos en el trasfondo de todo junto con el sonido de llamaradas y el fuego ardiendo ardiente, pasos graves y sonoros se percibían en el rincón más profundo de mi cabeza, tenía los ojos abiertos y lo que logré ver fue solo una figura oscura y así que se asemejaba a un nigromante, entonces se empezó a escuchar una voz oscura y profunda diciendo:-soy tu peor pesadilla, soy la maldad latente en el interior de tu mente, soy aquel que tu temes, soy la oscuridad y vestigios de tus más horridos pensamientos, no te daré tu muerte, porque puedo causarte mucho más sufrimiento en una noche que en toda tu vida-, en eso se calló y llegue sentí tentáculos brotando del suelo y penetrando en las entrañas de mi cuerpo, la tortura que sentí fue solo un haz de luz en lo que me seguía, me descuartizaron mis brazos y piernas, llegué a sentir como filos de cuchillas retozándose entre mis viseras y como la sangre que corría por mis venas caía de mi cuerpo, de un instante a otro me volví una cascada de sangre que botaba, botaba y seguía chorreando sangre y terminaría en un lugar indefinido en el suelo como una charca de fluido sanguíneo, el sufrimiento era interminable y solo pude ser capaz de cerrar mis párpados y en el lugar más intrincado de mi mente solo dije casi en murmullo y oscuridad total una sola frase:-esto no es real-.


     Abrí, los ojos, mi cabeza estaba apoyada a parte de las teclas de mi máquina de escribir, tenía ropa, mi piel estaba en perfecto estado, solo que al enderezarme en la silla que se hallaba en la habitación de mi casa, noté algo que no andaba bien, la hoja que estaba mirando se hallaba vacía, una de mis historias estaba apilada como un grupo de papeles a un lado de la máquina, pero en esa aparentemente hoja vacía se encontraba una línea escrita con sangre, la distinguí por su olor, decía:-el, existe-.

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