sábado, 5 de octubre de 2013

Ya llegó el terror y algo más

             Hola amig@s, creo que saben por qué escribo esto, ya llegó el terror a nuestro blog, porque yo no lo hice solo, todos nosotros ayudamos a su existencia y prosperidad, por eso he decidido que en este mes, voy a decantarme en todo lo relacionado con el terror el horror y el suspenso, además de manejar temas como proyectos ultra-secretos, experimentos humanos entre otras cosas, además que les brindaré historias de terror, creepypastas hechos por mí y por otros autores, espero que disfruten al máximo y voy a tratar en lo posible actualizar 2 veces por semana, en cuanto a mis capacidades, porque coño, yo tengo una vida, no como tu, tu o incluso tu el que te escondes allá atrás, yo tengo que hacer mis vainas verga, pero bueno, haré lo posible, eso sí, tendrán miedo asegurado, pero recuerda, lee estas historias con la luz apagada, de noche y que además estés completamente solo o sola en tu habitación y disfruta de un buen rato de miedo.



       Además se me ocurrió compartir contigo un creepypasta, espero que les guste:                 


                     
                                          La tienda en el camino



           Esta historia que te cuento me ocurrió hace mucho tiempo, fue algo que me marcó de por vida.



           Era verano, yo manejaba mi viejo Ford del 92, veía en el camino un largo y ancho territorio, algo de tierra y polvo se alzaban en los alrededores, mi mente distraída oyendo los éxitos caducados de navidad, todo era tranquilo, además que el sudor me recorría el pecho, tenía las ventanas abiertas, quería respirar el aire del campo, las gotas se me deslizaban por el cuello, mis ojos, perdidos en esa enorme llanura de tierra, arena e incipiente pasto.



          Solo a unos kilómetros más, pude ver a lo lejos una silueta, una imagen apagada con forma de una casita, se asomaba poco a poco, y lucía un cierto halo siniestro.



           Al estar lo suficientemente cerca pude notar más o menos, que se parecía a esa clase de restaurantes de carretera de bajo presupuesto y que están casi en abandono. Pues en este peculiar local, no encajaba la descripción del típico local para viajeros y errantes, sino lucía más bien, no me tomes por loco, una tienda de antigüedades, lo sé, suena extraño y hasta el día de hoy no le encuentro sentido a esto, sinceramente.



                Solo al estar aproximadamente, a quince metros del local, inexplicablemente la radio empezó a emitir un ruido extraño, intenté presionar varias veces el botón, pero no cambió nada, simplemente chillaba un ruido agudo casi insoportable, hasta el punto en el que pensaba romperlo a golpes, sin razón aparente, la radio se había apagado, fue algo extraño, no le veía sentido, y unos instantes después, comenzó a oler a circuitos quemados, bueno, no tenía ni tengo explicación para eso hasta el sol de hoy, así que simplemente me bajé del auto para ver si la tienda tenía comida o algo para distraerme.



              Cuando me bajé del carro, y pisé la tierra me sentí extrañamente aliviado, cerré la puerta y caminé hacia el local. Me paré enfrente del vidrio principal y se leía “Antigüedades y Curiosidades C.A”, me parecí orare encontrar un local así en el medio de ningún lugar en el campo, así que sin ningún remordimiento entré. Al pasar por la puerta y cerrarla tras de mí sentí cierta sensación de malestar, y un pesado, pesadísimo aire en ese sitio, observé a mi alrededor y pude notar que la tienda estaba llana de muchos objetos raros, extrañezas que tenía cada una un lugar, pero las cosas aún por más pequeñas que fueran, poseían un aire perturbador y enfermizo, cuerpos de patos disecados sin cabezas, ojos de búhos en formol, pequeños aparatos con formas para torturar, esculturas de arcilla gris con gestos grotescos, e incluso muñecas de porcelana con un aire oscuro, siniestro.



              El encargado detuvo mi análisis con un saludo y el típico “¿puedo ayudarle?”, en eso me quedé petrificado por unos segundos, ya que su rostro era como un muerto regresado a la vida, tenía dos cicatrices justo debajo de cada ojo, en el pómulo, y un cabello blanco como las nubes. Después de recobrar el sentido, respondí y volví en mí, quería seguir mirando los objetos de dicha tienda, porque me invadía un sentimiento curiosidad increíble que no podía soportarlo y me dejé llevar caminando por un local que lucía más grande por dentro que por fuera, me paseé por cada rincón, mirando y estudiando cada uno de los objetos del comercio bizarro, hasta que me detuve en la caja para hacer las preguntas sobre la peculiaridad de la tienda.


Yo: Hola, tiene muchos artículos curiosos esta tienda.



Empleado: oh hola, si, si tiene muchas cosas, de distintas formas, tamaños y colores.



Yo: hemm, soy Robert Vázquez, pero puede llamarme Robert.



            El sujeto no paraba de mirar repetidamente hacia un costado del escritorio, en donde se encontraba una figurilla muy particular, simplemente no sabía porque, hasta que yo mismo descubrí el por qué de esa situación.



Empleado: un placer, emm, Robert, soy, Amadeus, a su servicio.



Robert: encantado de conocerlo Amadeus, hay algo del que quería preguntarle, algo acerca de la tienda, ¿Por qué está ubicada en medio de la nada, en un amplio territorio?



Amadeus: pues verá, resulta que hay ciertas cosas, tiendas, locales, comercios, que no deben estar tan cerca de la gente, porque pueden haber, incidentes, que afecten a la reputación de la tienda, creo que con eso explica todo.




Robert: interesante, y que clase de cosas hay en esta tienda, ¿que tipo de objetos y curiosidades vende aquí?




Amadeus: bueno, si soy preciso, tengo desde baratijas decorativas, hasta trofeos de caza, esculturas, digamos, especiales (mirando a un hombre tratando de arrancarse la lengua), también objetos de porcelana, muñecas con un halo, de estar ocultando algo, además de objetos de naturaleza sectaria, como piezas vudú, objetos con un aire oscuro, además de cosas arcanas y antiguas (se queda observando una estatuilla de un cuerpo de obre con piernas de carnero y cabeza de un macho cabrío), claro que, está en su decisión comprar ciertas cosas que podrían, no sé, afectar su vida, pero bueno, siempre está en su decisión.




Robert: claro, y que hay de esa (señala hacia la pequeña estatua de la cabeza de un hombre saliendo de un trozo de árbol)




Amadeus: ah, esa, bueno, tengo que revisar si está en venta, porque, emm, verá es muy especial, si quiere, hablemos de esto en un lugar más privado, ¿le parece?



Robert: bueno, emm, si, creo



Amadeus: sígame entonces




         Ya casi lo que decíamos parecía un susurro en la noche, y fui disparado como una bala a seguirlo hacía un pequeña puerta que estaba en una parte de la tienda.



          Ya en una habitación mucho más pequeña de lo que pensaba me guió este señor, y al cerrar la puerta detrás de mí, después de pasar una serie de candados y cerraduras, y al haber encendido solo una vela, no vimos cara a cara y empezó a hablar:



Amadeus: bueno, aquí, no nos escuchan, o eso espero. Bien, escuche, hay, ciertas cosas, que no están a la venta, ciertas cosas que, están con un pasado, peculiar, un pasado importante y que para concretarme, ciertas cosas están, digamos, malditas.



Robert: ¿cómo?




                Amadeus: malditas, embrujadas, poseídas, ciertas cosas de las que jamás se debe tratar, y que forman parte de todo lo que dice que es, lo desconocido, y es mejor que no se relacione con este objeto, por su propio bien. Aunque, si usted lo prefiere y está a su propia voluntad, se lo puedo vender, pero, que quede claro, está usted bajo su propia responsabilidad, su única y total responsabilidad, y nada, absolutamente nada me concierne a mí a partir de que le entregue a usted esa figura, así que, ¿está usted seguro de comprar ese objeto?



Robert: bueno, creo que sí.




Amadeus: entonces, salgamos de aquí y le venderé eso cuanto antes.




En esto, Amadeus apaga la vela y acompaña al hombre fuera del cuarto hacia la repisa de la caja registradora.



Amadeus: bueno, serán unos 15 $




Robert: bien.




            Saca su billetera y paga, además de aproximarse a la estatuilla, hasta que en un movimiento fugaz, Amadeus lo detiene.




 Amadeus: no, no  lo toque, debe cubrirlo, ya que está, cambiando de dueño, y hay algo de por medio.




                En ese instante intercambia miradas con la figura y envuelve la misma con un plástico y se lo entrega con un aviso importante al hombre.




Amadeus: tenga, pero por favor, por jamás de los jamases, nunca toque con sus propias manos a la figura, por favor, por lo que más quiera, se lo pido encarecidamente.




Robert: por supuesto, lo tendré por seguro




Despidiéndose con un apretón de manos y una sonrisa afable cada uno de los dos, Robert se va, sabiendo que tiene algo que vender y tener algo de dinero para su familia, pero lo que no se espera es algo horrible que le pasará por mucho tiempo.




                Robert, después que se monta, se acomoda y deja la estatuilla sobre el asiento del copiloto y avanza unos metros, misteriosamente, la radio funciona como si nada hubiera pasado, y siguió, siguió por la carretera hasta lo que viniera.





               Durmió en su auto de una manera bastante cómoda para ser un carro en la parte de atrás doblando de cierta manera el asiento e intentando conciliar el sueño, pero a los minutos de empezar a soñar, algo horrible, más que una pesadilla toman control sobre Robert, un terror nocturno se apodera de él, llegando a ver cosas inimaginables, pero algo había en común cuando se despertó y razonó en medio de la noche, y era que todo lo horrible que vio tenía que ver esa figurilla, como si algo tuviera que ver para causarle ese mal. Había algo mal en el auto, y Robert sabía bastante bien lo era, y la figurilla se suponía, que estaba en una bolsa de plástico, pues, simplemente ya la bolsa estaba debajo de la estatuilla, algo espeluznante y dramático, pero éste, solo dejo las cosas como estaban y regresó a dormir sin prestarle mucha atención al tema.  





               Este hombre al reunirse con su familia y llegar a casa, empezaron a sucederle cosas muy extrañas en su entorno y su casa, como por ejemplo, la estatuilla se movía un poco, o se escuchaban ruidos raros durante la noche y en fin, cosas extrañas estaban sucediendo, así que, Robert decidió resolver esta situación a una interesante manera, colocando cámaras de seguridad por toda la casa, creyendo así que se solucionarían los problemas, acabando de una vez por todas, las molestias. Así que pasaron los días, Robert veía en las base de datos de las cámaras y no, no hallaba nada, hasta que algo llamó su atención, él notó que en una de las grabaciones hubo un movimiento, una ráfaga, un haz de algo, él sabía que algo en esa grabación se había movido, así que pasó el video en un editor de los mismos y notó algo, cuando disminuyó la velocidad hasta casi lo mínimo posible, una figura, algo deforme, había movido el objeto. Él no entendió muy bien lo que era eso, también no quitó la posibilidad de que haya sido un mosquito o un sucio que haya pasado muy de cerca de la cámara, pero, esa teoría, él mismo la refutaría, ya que después de ver el video varias veces, se dio cuenta de que, en la habitación había un espejo, pero en ese espejo, se reflejaba algo, una figura, cuando realmente observó lo que ahí estaba, inmediatamente apagó la computadora, empuñó su escopeta y empezó a gritar en frente del pasillo donde estaba el espejo, el pasillo más oscuro de la casa, resulta ser que, empezó a escuchar, después de un rato de gritonear a la oscuridad un zumbido, algo leve, poco a poco, hasta que cuando distinguió lo que realmente sonaba eran como sonidos algo repetitivos, pasa que, después de que escucho lo que escuchó, durmió junto a la esposa, ella le había formado un problema enorme en el cuarto, pero eso, mínimo el tenía su viejo revolver al alcance de su mesa de noche.




                       Así pasaron los días, el se volvía cada vez más maniático, le llegaron a dar ataques de pánico, las cosas se fueron de mal en peor, e incluso la mujer contrató a un psicólogo, y al verlo en una de sus sesiones, el hombre reaccionó de una forma violenta y se recostó en una esquina a gemir en forma desesperada con el psicólogo en frente, y después Robert, o lo que quedaba de Robert le asestó un golpe en la boca al psicólogo, de esto se avergonzó mucho la esposa, además que no se le escapó el asunto a la esposa acerca de la figura, la estatuilla, y lo único que le recomendó el psicólogo fue que se deshiciera de la figura en ese mismo instante, ya que podría traerle consecuencias muy graves a la familia. Ya la vida de este hombre sonaba como una historia trágica, que justamente, el mismo le dijo al psicólogo que, la figura le hablaba, le decía cosas, y que además no quería repetirlas, porque encarecidamente no quería repetirlas, aparte que se había disculpado de su trato tan grosero hacia él, así que, meses después de terapias y la culminación final de aquello, el psicólogo recibió un correo electrónico de la esposa de Robert, y ésta en su correo musitaba que: “Hola doctor, vengo a comunicarle que las cosas han cambiado mejorablemente y le doy las gracias, además que lamento el trato grosero que recibió de parte de mi esposo, en serio lo siento mucho, es duro aceptar que hayan pasado cosas tan negativas desde hace un tiempo, relacionado con esa figura que encontró y trajo a casa, pero también tengo que comunicarle algo, y es que mi esposo, Robert, hace un par de días, se quitó la vida con su revólver, espero que sepa comprender la situación”. Esto marcó al hombre, y sin duda alguna, este psicólogo entró en la casa de esta familia rota e hizo lo posible para deshacerse de esta figurilla, para evitar que sigua causando más daño, y junto con la esposa de Robert, “acabaron” con la estatuilla, claro, no hicieron caso de una notación que, alguna vez, Robert se le olvidó nombrar, que jamás tocar la figura con las manos descubiertas.






          Además, quieres saber realmente, que vio Robert, y qué escuchó, pues, nada más te diré que observó reflejado en el espejo algo deforme, pero nítidamente, esto fue, él mismo, pero un poco distinto, una versión de el mismo deforme, horrible y grotesco, quitándose la vida en una soga y dejándose caer, y lo que escuchó, fueron desde sonidos pequeños, suaves, hasta gemidos y gritos de dolor, de su hija.

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